sábado, 15 de agosto de 2009

A 40 de woodstook

La Feria de Música y Arte de Woodstock cumple 40 años este año, produciendo una renovada oleada de recuerdos (a veces selectivos) acerca de lo que sucedió del viernes 15 de agosto a la madrugada del lunes 18 de agosto de 1969, en la granja de Max Yasgur, en el pueblo de Bethel, en el norte del estado de Nueva York.

Algunos recuerdan la desorganización, los campos de lodo, las fuertes tormentas y el programa musical al parecer aleatorio, que obligó al festival de tres días a tener una inesperada cuarta mañana, en la que Jimi Hendrix tocó su famosa interpretación del himno estadounidense, “The Star-Spangled Banner.”

Sin embargo, otras personas recuerdan otras cosas: el espíritu comunal de una generación de jóvenes que le mostraban al mundo que podían reunirse, escuchar su música y protestar contra la guerra. En su tiempo, la editorial The Boston Globe, se refirió al festival como “un evento masivo de un gran significado positivo en la vida del país ...

En una nación acosada por una espiral de violencia, éste es un signo de vibrante esperanza.” Los hippies de Woodstock querían cambiar el mundo con flores, paz y amor, hasta que el mundo terminó cambiándolos. Para aquellos que asistieron al festival de rock en Bethel, el evento anunciaba el advenimiento de una nueva era. Se definían como la "Nación Woodstock".
Pero la euforia de ayer se convirtió hoy en resaca, porque 40 años después no queda claro si Woodstock logró cambiar algo.

Para aquellos que asistieron, Woodstock fue algo casi mágico, un momento en que las reglas quedaron en suspenso, los hippies tomaron el control, los grandes del rock estaban en su apogeo y el mundo era verdaderamente maravilloso.

Para el guitarrista Carlos Santana, que tocó en el festival, Woodstock fue "un océano de collares, pelos, dientes, ojos y manos ... un océano de carne en movimiento". “Si cerraba los ojos, podía olvidar el impacto de ver un océano de carne en movimiento”, continúa Santana. “Entonces podía sentir sólo el sonido, que tenía una reverberación diferente cuando rebotaba en la gente y regresaba hacia mí.”

Al mismo tiempo, el elemento más característico y poderoso, una mezcla de hedonismo, pacifismo y activismo político, lo que Stan Goldstein llama la "conciencia hippie", se evaporó casi por completo.

“Medio millón de jóvenes se reunieron pacíficamente para disfrutar su música, todo funcionó bien y nadie resultó herido. Creo que ese es el atractivo. Fue un momento que validó toda la contracultura del movimiento juvenil de su época. Fue algo histórico.”

el festival marcó en realidad el fin -y no el principio- de la revolución de los 60 y la contracultura. "En 1971, ya todo había terminado. Las protestas cesaron. La generación Woodstock salió a buscar trabajo y el trabajo puso fin a la diversión".

Woodstock dejó en todo caso un legado que va más allá de la música y la vestimenta, más allá de los pantalones acampanados que en su momento volvieron. Irónicamente, el resultado más palpable fue la apropiación de la música rock por las empresas como fuente de ingresos. Los conciertos pasaron de reuniones improvisadas a operaciones que generan grandes sumas de dinero.

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