domingo, 23 de agosto de 2009

21 de Agosto

8:05 am
Acabo de despertar, me siento muy feliz y es porque se que estoy viva. He sentido ha mi corazón latir fuerte, resonando en mi cabeza.


En la mexihcanidad, el toque del huehuetl es el toque de nuestro corazón por eso es el centro del ceremonial porque Sin música no hay danza. Nos movemos en un ciclo que jamás termina el huehuetl late conforme nuestro corazón se acelera.


Por eso es que la danza es tan importante para mí. Existe una relación tan profunda con el pensamiento de la gran Anáhuac, que cuando él se mueve, el late, el suena: yo lo hago al mismo ritmo y sin mí, el movimiento se detendría.


Todos somos parte del mismo resonar, las ondas se expanden y generan vida en movimiento, pertenecemos al mismo fruto de la tierra porque de ella vivimos, porque sobre ella vivimos, somos uno con el fuego que habita en nosotros, en el calor de nuestro cuerpo y es destrucción y vida como nuestros sentimientos.


Nos unimos al agua con sus movimientos, el agua siempre cambia, siempre fluye. Nos muestra como deberíamos ser…aunque a veces fluir es muy difícil. Ahora después de todo tenemos al quinto elemento [sonó muy a Hollywood] y no es precisamente el hombre o la mujer sino lo que lo mueve…lo que lo inspira. Ese quinto elemento para mi es el AMOR. Todo se mueve en un ciclo de amor. Siempre que amamos hay vida, pero es aun más bella cuando sientes que ese amor regresa a ti.


Eres lo que me mueve, lo que me hace ser, lo que me hace vivir; porque la función de ser danzante no radica en sus pies, sino en lo que me despertó hoy: LO QUE MUEVE A TU CORAZON. Tú me mueves. En eso es en lo que consiste el Ometeotl en el conjunto de los elementos. En ti encuentro todo eso. Por eso te amo mas, eres el hombre más perfecto que hay; eso y que en tu frente dice “reservado para la niña gato” jajaja TE AMO.


La dualidad

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