sábado, 4 de julio de 2009

Tlacuilo el guerrero de la tinta


El Tlacuilo dibuja casas y caminos,
Los rayos del sol y el cauce de un río.
En una página la historia de un Señorío
Y en la siguiente la de una desgracia
Cuya sangre inaugura un nuevo mundo.

En otra parte ofrece una lista de nombres y trabajos
Que anticipan la emigrante construcción de ciudades.
En el mapa se recrean utopías y epidemias
Pero también los ídolos de la riqueza y del tiempo.


El trazo minucioso es una luz
Que hace visible el rostro de los antiguos dioses
Y de la imaginación indígena;
Las caritas de barro y los libros escritos
En papel amate o piel de venado.

Los libros de los antiguos mexicanos
Protegen muchas palabras
Que de otra manera ya habríamos olvidado.
Han viajado a tientas por el tiempo,
Confundidos muchas veces con legajos inservibles
O laberintos de signos indescifrables.

Han tenido el rostro de un indígena,
Un misionero, un coleccionista y un bibliotecario.
El polvo también contagió su modo de comunicarse
Y equilibró el pasado con el presente.
En la piedra de los sacrificios que dibuja
Existe también una gota de nuestra sangre.
La sangre del guerrero que nunca muere.

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