sábado, 23 de mayo de 2009

En el nombre del destino

La piel escocía, el dolor corría, y el ángel le sonreía...

El no era Isaac, el ángel que piadoso le miraba no iba a detener, que la cruel mano del destino se impusiera ruda y letal en el, su padre no era Abraham. Pero al igual que el, iba a sacrificarlo en nombre de su dios.

Ya lo había logrado, ya había conseguido, conjurar en nombre de la diosa venganza, ya había conseguido hacer pagar a todo cuanto la había dañado, ahora solo faltaba el, y un certero instinto le decía que, antes de que terminara la noche, su cuerpo seria abrazado por la bella dama muerte.

Todo había comenzado con su nacimiento, su nacimiento y la muerte de ella, el comienzo de la matanza que gritaba y reclamaba acallar un poco el dolor de un corazón. Primero habían sido sus padres, por haber impedido su relación con ella, había continuado con la prima que la había envenenado, y por ultimo, lo había hecho con la tía que, según había dicho, le había empujado accidentalmente por las escaleras. Provocando el parte repentino y muerte.

Pero el niño había sido criado y educado, realzado como el retrato vivo de su madre… ¿por que ahora?

¿Por qué precisamente en este momento debía abrir los ojos y resignarse a ello?

Miraba tranquilamente por la ventana, era extraño no parecía sorprenderle, incluso desde hacía mucho ya le esperaba, cuando comenzó esto, de inmediato supo que el seria el ultimo, sin mucho esfuerzo, se descubrió a si mismo resignándose para su final.

Su madre había decidido que el viviera a costa de su propia vida, cosa que para su padre fue el golpe fatal, el asesino a vencer era el.

Escucho la puerta abrirse a su espalda, ni siquiera observo, su cuerpo se relajo, cuando esas manos pasearon por su cuello, cuando con gentileza le recostaron en el diván cercano, resignado vio los ojo oscuros de su padre y acaricio su mejilla. Jalo la cortina blanca sobre su cuerpo cuando, la daga se levanto imponente trazando un arco perfecto que brillo con la luz que se filtro por la ventana.
Todo fue rápido, lo sintió, cuando la calidez escurrió por su pecho, viscosa y lenta se deslizo, y se perdió en la pulcritud de la cortina blanca…
El ángel le miraba y con dulzura le sonreía, sintió la última caricia en su mejilla y una dulce voz que susurro su nombre:
-Isaac…-

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