12 de diciembre de 2014 a la(s) 11:02
Hoy es 12 de Diciembre ¿Te acuerdas? Hace casi seis años esa fecha no significaba mucho para ninguno de los dos, hasta que por diversas razones decidimos ser pareja, un 12 de Diciembre de 2008.
Era una tarde fría de invierno, el viento mecía los árboles de aquél parque público. El sol comenzaba a ocultarse y dejaba todo a la luz de los faroles que están diseminados por todo el lugar. Estábamos abrazados y tú apoyabas tu cabeza contra mi pecho mientras yo jugaba con tu cabello. Era tan suave... Y a pesar de que todo se desarrollaba en plena vía pública al mismo tiempo, era un momento íntimo, únicamente nuestro.
De un momento a otro, te besé. Estaba aterrado pero eso no me importó, no sabía cómo ibas a reaccionar (aunque todo el coqueteo y caricias previas podían vaticinar algo, además de que nuestra futura relación era un secreto a voces) pero aún así me daba mucho miedo. No obstante, correspondiste el beso. Después de unos instantes que parecieron eternos nos separamos, pero con un impulso adicional me tomaste por las solapas de aquél saco color negro y me atrajiste de nueva cuenta hacia tus labios, un beso más y otro. En un momento, mi teléfono celular comenzó a sonar, eran mis padres quien decidieron ir por mi, debido a que el transporte público que utilizaba en ése entonces, ya no estaba disponible. Tuve que alejarme de ti sin ninguna intención de hacerlo, sino solamente porque debía.
Me alejé de un tirón e iba pensando muchas cosas, no miré hacia atrás. Esto lo comentamos muchas veces también y según recuerdo me contaste que te te tropezaste de la banqueta y caíste "de sentón" para quedarte ahí. Después de un tiempo te incorporaste y marchaste a casa con la mente y el corazón hechos un verdadero desorden.
Fue un Viernes ¿Te acuerdas? Ése mismo día te envié un mensaje de texto (de los poquísimos que llegué a enviarte durante toda la relación) que decía -nunca se me va a olvidar- "El sabor de tus labios y el roce de tu lengua fue exquisito. Cómo disimular mis ganas de besarte! Un fin de semana largo nos aguarda." Y así fué. El Lunes siguiente, después de que mi mente se convirtió en un mar de neurotransmisores te pude ver nuevamente. Llevabas ése chal color azul que se convertiría en inmortal. Y nos besamos nuevamente. A partir de ahí, decidimos ser novios.
Con el correr de los años nos hicimos más y más íntimos. Nuestras familias, aficiones, costumbres, emociones. A pesar de ser completamente distintos en muchas cosas que para cada uno eran importantes, algo nos mantenía unidos: el amor mutuo el cual era el motor para seguir adelante. Ambos veníamos de relaciones tóxicas y ambos habíamos sido heridos en el pasado, pero parecía que lo nuestro vendría a resarcir todo aquello.
Nunca tuvimos una relación perfecta. Hubo episodios oscuros en los que nos lastimábamos, discutíamos. Nos fastidiábamos el uno del otro. A ti te sacaba de quicio mi pesimismo, mi amargura y mi misantropía. Yo no soportaba tu sociabilidad, tu religión y muchos de tus gustos. Pero de alguna manera siempre lográbamos salir de aquellos atolladeros para concentrarnos en cosas más importantes.
Yo en algunos momentos intentaba cambiar, pero muchas veces he pensado que las personas jamás cambian, con el tiempo únicamente sólo muestran más y más quienes son realmente. Nunca cedía, ni me doblegaba y muchas ocasiones las situaciones se resolvían cuando tú actuabas de acuerdo a mis estándares.
El tiempo continuó su marcha y debido a distintos inconvenientes no podíamos darnos el mismo tiempo y espacio que antes. Cuestiones económicas y espaciales, principalmente. También el factor salud vino a intervenir aquí. Ahora en retrospectiva lo concibo como un efecto de bola de nieve, pequeñas acciones, pequeños errores que van acumulándose y que al final son irremediables. Y todo esto vino a desembocar un 24 de Septiembre de 2014, un miércoles. Durante las semanas posteriores, yo lo pasé muy mal, me moría. Porque el mundo que hasta ahora me había sido conocido y familiar se derrumbaba frente a mí. Todo me recordaba a ti: mi casa, mis cosas, mis gustos. Extrañamente, mi madre pregunta frecuentemente si ya me hablaste, ella lamenta mucho el que hayamos terminado. Mi padre y yo no hablamos al respecto. Como un paliativo, intenté desechar todos los obsequios que me habías dado en ese tiempo, los cuales eran muchísimos... Pero no, no pude. Cada uno fue dado en un momento de felicidad plena y de corazón, cada uno contaba un fragmento de nuestra historia, por lo que mejor opté por guardar todo en un cajón y cerrarlo.
Te comenté, ese mismo día que otra mujer manifestaba su interés en mí. Quizá por despecho acepté estar con ella, y para ser honesto sigo con ella actualmente pero no... No funciona. Somos demasiado similares en aspectos buenos y malos y eso ha comenzado a cansarnos. Pronto terminaré con eso también. Empiezo a asumirme como solo. Bueno, después de todo estuve muchos años bajo esa condición ahí hasta me saludan de "tú."
Intenté odiarte, pero eso tampoco pude hacerlo. No podía porque después de todo, en un tiempo te amé y fuiste el ser humano más importante para mí, me diste grandes momentos de felicidad pura. Alguien así, no puede ser odiado. Una semana después, me dieron un nuevo trabajo, en el cual actualmente me desempeño, te confieso que de hecho es el único en el que me he sentido completamente cómodo desde que lo empecé a desarrollar además que la parte económica también es interesante. Ya no me siento tan roto ¿sabes? Me veo a mi mismo como una persona, una unidad completa y unificada que puede salir adelante y continuar su marcha, mi felicidad no consiste en alguien o estar con alguien. Eso es un error, así como creer que tienes a una persona segura para que esté contigo, si piensas eso te estrellarás con pared... Fuerte.
Ahora veo todo bajo una lente más objetiva y más fría. Alcanzar mis objetivos y metas es lo más importante, debo concentrarme y trabajar duro en ello porque después de todo, de mí depende ser feliz. Y de esa misma manera, te deseo toda la felicidad del mundo, ya sea sola o con alguien más en un futuro. Gracias por todo el tiempo y cariño que me brindaste y por la oportunidad también.
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